martes, 12 de septiembre de 2017

EL CULTO A NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES, PATRONA DE LA ORDEN DE LOS SIERVOS


Desde el siglo XIV la Orden  de los Siervos  ha vivido con particular fuerza el vínculo de santa María con la pasión del Hijo. Se alude ya en el simbolismo del hábito negro en alusión a la viudedad y sufrimientos de la Virgen en las legendae del origen de la fundación de la Orden. Según la LO 52 el habito es recibido «ad ipsius beate virginis Marie humilitatis ostensionem et pene quam passa est in Filii sui amarissima passione, apertam significationem»; en la legenda „vulgata‟ de san Felipe la Virgen, en la famosa visión del carro, aparece «cooperiens palio nigro locum illum» (n. 3) y el hábito llega a ser simplemente «viduitatis habitum» de la Virgen gloriosa .
Paralelamente aparecen algunas oraciones propias en las comunidades servitas. La contemplación de santa María junto a la Cruz inspiró dos textos homiléticos teológicamente importantes. El primero es el Planctus Domine nostre valde devotus escrito en 1395 por fray Nicolás de Arezzo en el convento de los Siervos de Bolonia, El segundo texto es la homilía que Alberto Boncristiani, obispo Siervo de María, pronuncia el viernes santo (25 de marzo) de 1418 en presencia del papa Martín V y de los padres del Concilio de Constanza (1414-1418), sobre el versículo de Is 53, 5: «De sus llagas hemos sido sanados»
La Orden retomó e hizo propia la devoción a la Virgen de los Dolores que venía desarrollándose desde finales del siglo XI, con las celebraciones de sus 5 gaudios y sus cinco dolores, simbolizados por 5 espadas, anticipadoras de la celebración litúrgica instituida más tarde. San Anselmo de Caterbury (1033-1109) contribuyó a la difusión del culto de la Dolorosa y fue más tarde considerado como el origen de esta devoción que hacia el final del medioevo tomó el nombre de “compassio Virginis”. Dicho culto se confirma también por obra de Eadmero de Canterbury (c. 1060-ca. 1126). Guerrico de Igny (ca.1080-1155) y Bernardo de Claravalle (1090-1153). En el siglo XIV, se codifican los dolores de María con una intervención destacada de los siervos  que los concentran en momentos de los relatos evangélicos (por ejemplo: Profecía de Simeón; Fuga de Egipto; Pérdida de Jesús: Presencia bajo la cruz; Deposición o piedad; Sepultura de Jesús).
En los primeros decenios del siglo XVII la Orden no cuenta con una Misa propia de los Siete dolores de la Virgen, a pesar de contar ya con una fiesta dedicada a su contemplación en el mes de septiembre. La Santa Sede, el 9 de junio de 1668, autorizó a la Orden celebrar solemnemente esta fiesta de los Siete dolores en el tercer domingo de septiembre. la sagrada congregación de Ritos permitía a nuestra Orden el celebrar la misa votiva de los Dolores.  El 15 de septiembre siguiente, la misma sagrada congregación autorizó a los frailes de la Orden recitar también el oficio mariano de los Siete Dolores. Al mismo tiempo consentía celebrar la fiesta homónima el tercer domingo de septiembre, con rito doble de fiesta principal. Con solicitud del procurador general, el papa Clemente XI, con la bula Iniunctae nobis, concedió la indulgencia plenaria a todos aquellos que haya visitado en el tercer domingo de septiembre una iglesia de los Siervos. Virgen. Oficio. Dos años después, el 9 de agosto de 1670, la sagrada congregación extendía a cada viernes litúrgicamente no impedido la facultad de celebrar el oficio de los Siete Dolores de la Bienaventurada Virgen La sagrada congregación aprobó el 6 de mayo de 1673, y el papa Clemente X el 17 del mismo mes .


Los años 1689-1690 marcaron ulteriores avances en esta línea. En 1689, en todos los capítulos provinciales de las provincias italianas, el prior general fray Julio M. Arrighetti propuso que el tercer domingo de septiembre, ya dedicado a los Siete Dolores de la Bienaventurada Virgen por indulto apostólico, fuera declarada fiesta principal solemne, propia de nuestra Orden. En 1690, es elegido Prior General, fray Giovanni Francesco M. Poggi, y en el primero de los decretos emanados el 20 de abril se confirmaba la voluntad manifiesta el año anterior por las provincias italianas de celebrar a la Dolorosa como“Titular y Patrona de la Orden”.



Un hecho particularmente significativo y rico de consecuencias cultuales fue la promulgación del decreto Cum sacrorum (9 de agosto de 1692), con el cual la Sagrada Congregación de Ritos, con la aprobación de Inocencio XII, reconocía la Dolorosa como «titular y patrona de la Orden» y la devoción a los Siete Dolores de la Virgen como «devoción que pertenece a la Orden susodicha como su principal característica». El decreto concedía a los frailes y a las religiosas de la Orden de los Siervos la facultad de celebrar la fiesta de los Siete Dolores de la B. Virgen el tercer domingo de septiembre, con oficio y la misa. En el mismo decreto se afirmaba que en pasado la Sagrada Congregación de los Ritos había aprobado el uso de la Orden de los Siervos el oficio propio en la conmemoración de los Siete Dolores de la B. Virgen, su Titular y Patrona, como devoción que pertenece a la Orden susodicha como su principal característica». 

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